La literatura hispanoamericana comienza a asociarse con el uso de la imaginación y el tratamiento del espacio y tiempo de la ficción. Con la llegada del "boom", la narrativa se convierte en ficcionaria e intrigante. Se deshacen las formas usuales de escritura y el lector se convierte en un complice y no solo un lector pasivo como lo era. Ocurre una ruptura con la realidad y se emprende una ruta hacia la imaginacion creadora y el realismo magico con la invencion de lugares, nombres y personajes. Se supera el uso del realismo regionalista e indigenista.
Sus temas constantes son lo real, lo ideal, lo fantástico y la vida cotidiana. Hay una urgencia de crear una literatura distinta, que se ajuste al avance de las comunicaciones, solución de problemas morales, psicológicos y sociales.
Por ejemplo, en la obra de Julio Cortázar "La vuelta al día en ochenta mundos" dice: "¿te acuerdas de los cronopios? pues aquí está su partida de nacimiento" o también: "mira qué manuscrito tan viejo me encontré, ¿a que no parece mío?"
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